Realizando una analogía con un reloj explicamos el funcionamiento articulado al que aspira la institución en su camino hacia la excelencia.
Ignacia es una joven que como muchas otras viven en el Maule, cursa cuarto medio en un liceo de la región, donde tiene un buen promedio de notas y tal como sus compañeros, sueña con estudiar en la universidad y obtener ahí, herramientas para ser protagonista del desarrollo económico y social que permita mejorar la calidad de vida de las personas y cuidar su biodiversidad.
Todavía no tiene muy claro qué carrera estudiará, está investigando, hay un par que le parecen interesantes, pero mientras compara las mallas curriculares e indaga sobre los campos laborales, sabe que la institución que mejor representa sus ideales es la Universidad Católica del Maule, ya que está consciente el rol que cumple la casa de estudios en la Región.
La historia de Ignacia es tan cotidiana entre nuestros estudiantes, que muchos de ellos ingresan con el mismo sueño, un anhelo que nos obliga a enfocarnos en la tarea que a diario realizamos. El trabajar en una Universidad como la nuestra, nos plantea el desafío de dar el mejor esfuerzo y de poner todos nuestros talentos para el desarrollo de esta institución, que tal como lo dice parte de su misión está comprometida con el desarrollo del país a través de la formación integral de personas, la investigación, la transferencia tecnológica, vinculación y nuestra identidad católica, fomentando el pensamiento crítico y el espíritu de servicio.
Buscando poder satisfacer las expectativas que los jóvenes depositan en la UCM, es que la institución transita el camino hacia la excelencia, el que incluye cambios en la manera de trabajar, el modernizar ciertos procesos y un crecimiento sostenido, teniendo como base lazos sólidos de fraternidad, vocación de servicio, solidaridad, responsabilidad y disciplina entre quienes integran la comunidad UCM.
Por ello, es que probablemente escuchamos la incorporación de planes y proyectos para potenciar el crecimiento con desarrollo y los cambios que han de representar el puente hacia la mejora continua y las respuestas a las exigencias propias del entorno.
Como un reloj
La tarea de hacer que Ignacia cumpla su sueño, requiere que todos quienes somos parte de la comunidad UCM, articulemos nuestro esfuerzo, ya que la sumatoria del trabajo de cada uno será lo que permita que la Universidad cumpla su misión.
Para explicar cómo se integran los diferentes elementos que constituyen la UCM, en definitiva, partimos de lo planteado por el Apóstol Pablo en el versículo de Corintios 12:12-27 “Porque, así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo”, de esta manera surge la analogía que conforma la imagen del reloj, donde cada pieza es importante y forman parte de un todo. Este instrumento para medir el tiempo, que es tan cotidiano y conocido, está compuesto por diferentes piezas las que deben funcionar coordinadamente.
Si miramos con detención un reloj mecánico, este cuenta con cuatro engranajes principales, los que, en este símil con la UCM, se puede asociar con las tres misiones que tiene la institución: Docencia, Investigación y Vinculación, además de la gestión institucional. Aunado a ello, cuenta con engranajes más pequeños que representan nuestros proyectos.
Para que el reloj funcione es fundamental que cada una de las misiones de la Universidad haga su labor de forma coordinada con las otras dos, la que permitirá girar a las manecillas (hora y minuto), que en nuestra relación será el aseguramiento de la calidad, área que determina la forma en la que nos acercamos a ser una universidad de excelencia y de calidad.
También, sabemos que es imposible que este mecanismo funcione sin un motor que transmita su energía a los engranajes, el que en este caso es el Proyecto Educativo Institucional (PEI) que da la dirección y nos mandata, el que se optimiza a través del Plan de Desarrollo Estratégico (PDE), que tiene un período de cinco años y es fundamental en la institución, porque es el que nos señala dónde queremos llegar y en el caso del reloj y la UCM, es el que permite que todas las piezas se muevan de forma coordinada para cumplir con entregar la hora y la misión institucional, respectivamente.
¿Qué ocurre si a este motor mecánico nadie le da cuerda? En poco tiempo el reloj se detiene y deja de funcionar. El aporte de todos los que somos parte de la UCM es el punto de inicio, la mano que sostiene el reloj, ya que ni el mejor mecanismo, ni el diseño de funcionamiento de un aparato, podrá sostenerse en el tiempo sin la fuerza de la voluntad de las personas que mueven cada una de sus piezas.
Por ello, es que el llamado es a seguir avanzando, a dar lo mejor de cada uno, para que la Universidad Católica del Maule siga generando valor compartido, fortaleciendo su identidad cristiana, y potenciando a la comunidad, la región y el país.
Ayudemos a Ignacia a cumplir su sueño y a tantos estudiantes que hoy sueñan con crecer de la mano de la UCM.